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Mías son, pues, esta ira acompasada,
esta calma tempestad,
estas manos y esta voz de mil vientos.
Tuya es la paz de espina aterciopelada,
la mentira de mil eras,
la oscura suerte perpetua.
Nos, que no seremos más, ¡olvidémonos!,
que de tan senil existencia, sólo cenizas,
sólo susurros desde el polvo hasta el polvo de estrellas.
esta calma tempestad,
estas manos y esta voz de mil vientos.
Tuya es la paz de espina aterciopelada,
la mentira de mil eras,
la oscura suerte perpetua.
Nos, que no seremos más, ¡olvidémonos!,
que de tan senil existencia, sólo cenizas,
sólo susurros desde el polvo hasta el polvo de estrellas.
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