A la Luz de las Sombras [-1]

A la luz de las sombras,
me arrodillé ante las mortajas de mi pesar,
me lamí las lágrimas que supuraban mis heridas,
busqué a tientas las esquirlas de mis huesos putrefactos;

di rienda suelta a los pozos de mi memoria,
ofrecí mi carne y mi mente al caos que se retuerce allende todos los páramos,
sentí, en fin, henchido mi complacer, plena mi gloria, cercana mi victoria;

vi la noche expulsarme a las llamas del amanecer,
vi arder en mi interior los recuerdos, consumirse como hojas en un incendio,
vi arder sobre mí una ira abismal, cirniéndose el ocaso de esta noche prohibida;

contemplé el miasma de mi estupidez,
la ira ciega de una oscuridad que se ahoga por su propio peso,
reconocí en esa mirada infinita mi inabarcable insignificancia.

Me iluminó un espectáculo de quebradas torres,
dolor alejándose entre las grietas del mundo con forma de ríos de tinta,
páramos de inconsciencia ardiendo para transformarse en selvas de cristal,
árboles impensables arraigando sobre piedras sin nombre;


me iluminó, en fin, cada error de cada palabra de cada recuerdo de cada acción,
cada nefasta decisión que alimenta la eterna decrepitud de un mundo cansado de esperarme,
cada instante de insensata espera, de fútil reticencia, de vacío sufrimiento,
la luz de las sombras de un lejano amanecer.

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