Capítulo Primero: De cómo conocí los clips.


    De entre todos los objetos de uso cotidiano sobresalen para nosotros lo que conforma la élite de los objetos. Los súperobjetos, caros y pesados, caros y ligeros, caros y feos, caros y preciosos. También los súperobjetos baratos, que resultan extraordinarios por su uso o por su estética. Para los primeros, es el coste lo que los aúna, para los segundos, apenas un convencionalismo tácito. Televisor LED, portátil, iPod, lavadora, coche, altavoz, son entidades del primer grupo. Libros, cuadros, esculturas y ojalá los discos son del segundo. Entre todos ellos dominan nuestra idea de objeto de uso cotidiano, entre los cuales encontramos la plebe, el proletariado del materialismo informal: pinzas, folios, cortaúñas, alfileres, bombillas, clips.
    Desde un punto de vista racional, físico, podría resultar obvio el desprecio o, cuando menos, dejadez que otorgamos a estos objetos. La cantidad de recursos invertida en su producción es irrisoria y, cuando no es así, lo es su precio. Su uso o, mejor dicho, la realidad psicológica de su uso se limita exclusivamente al breve lapso de existencia de ese pensamiento banal que invertimos en el “necesito un clip” -> “aquí está” -> “lo uso”. Por lo demás, la pinza, el folio o el trozo de ‘fixo’ pueden haber cumplido con su función, o seguir haciéndolo, mil millones de veces más eficientemente que la mejor versión de Windows. Comparados el proceso de producción y el coste real de un clip y un teléfono móvil, el mayor de los avances en galvanización del acero de los clips palidece de sobra.
    Pero… Sin esforzarnos realmente demasiado en coger otra perspectiva, comprobamos que esta comparación es injusta. Todos los días despreciamos una camiseta a favor de otra, un coche a favor de otro o un clip a favor de un transbordador espacial. Sin embargo, no dedicamos una sola fracción de tiempo a comparar un transbordador espacial con la Luna o el sistema económico mundial con la estructura intracelular humana. La Luna ha necesitado miles de millones de años para alcanzar el estado en que se encuentra hoy y ha requerido muchos billones de kilos de materia para ello. El peso de un transbordador espacial y el coste mecánico y químico de su producción es totalmente despreciable. La Luna podría estar compuesta de transbordadores espaciales fosilizados, pero no al revés. Supongo que no es necesario hacer lo propio con la economía mundial. Sin embargo, sí puedo apuntar al hecho de que la masa de un clip
Ahora, imaginando que asumes que la ignominia de un clip es relativa, ten en cuenta también que la energía contenida en él de forma absoluta podría destruir tu casa y probablemente tu barrio entero. Anticlips y las cosas.

    Al fin llegamos al final de la cuestión. Eres un materialista utilista empedernido y no puedes permitir que algo que no reproduce formatos rmvb o resuelva integrales de superficie cobre protagonismo y sin embargo, como humano, adoras el símbolo. Símbolo en cualquiera de sus modalidades, lo hay por doquier. Los pijos los adoran, sin ir más lejos. Regálales un iPod que no tenga grabado a láser las letras i, P, o, d; un polo de Lacoste con el perfil reptiliano cauterizado y arrancado o unas zapatillas en que el simplón icono de Nike haya sido sustituido por un cráneo necrón. No es cuestión de estética, es porque adoran lo que significan estos signos. Entre todos ellos, construyen un universo semiótico nada despreciable, absurdo y decadente pero nada despreciable.
    Mi persona y alguna otra más coincidimos en esto, en elegir este pequeño objeto y alzarlo, a sabiendas, a las alturas, por diversas e irracionales razones. Se convierte, así, un clip en un objeto de adoración, cargado de la mayor proporcionalidad y belleza estética y de los más altos valores morales, ontológicos, semióticos y existenciales.
    Quien me entienda tal vez se agache cuando, ocasionalmente, un pequeño resplandor metálico atraiga su mirada a un perdido y solitario objeto a medio camino de fosilizarse en el detritus urbano.

Comentarios

  1. Jajaja dios, sólo el título es sublime! Muchas veces lo pienso, que las cosas más simples son las más complejas emocionalmente, las que más recuerdos y chorradas varias llevan ligadas, por la sencilla razón de que tenemos más acceso a ellas. Yo guardaría buenos recuerdos de mis polos de lacoste o de mis 2387461 blackberrys... si tuviera dinero para comprármelos. En mi caso no es el clip, sino el imperdible. Pero los clips también molan :)

    Contando con que son las 8.12 de la mañana... intentaré escribir algo mejor luego xD

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  2. Dios creo que he tenido un orgasmo (cósmico).

    Has sido capaz de sacar de mi la explicación de un mero gesto cotidiano en mi e incluso me has hecho pensar y reflexionar más allá.

    vivan los clips

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  3. Oh señor, magnífica entrada. Suelo dar muchísimo aprecio a cosas que aparentemente no lo tienen. Mi pluma por ejemplo, de las más baratas que puedas encontrar, con la pintura rayada de un día que la utilice para volver a enganchar la cadena de la bici (ya te lo contaré detenidamente), pero es única y no me resultaría fácil separarme de ella. También podría hablar de muchos objetos que no se me ocurren ahora mismo, pero en fin, sobre todo, gran entrada señor :)

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