La más antigua, la más poderosa. [MdS]

 Para Álex...

  Frío hiriente, el esperado en una habitación que lleva ya varios meses sin ser habitada. Las partículas de polvo en suspensión bañaban los marcos de fotos destinadas al olvido y objetos cotidianos que aún conservaban la calidez de unas manos que ahora… Se le hizo un nudo en la garganta. Tras inspirar profundamente, cerró los ojos y también la puerta, tras de sí.
  En la soledad, alejados de todo el dolor que embargaba a los habitantes de la casa, los libros bien ordenados sobre los estantes compartían entre ellos sus secretos escritos a fuego y tinta. Como la materialización de una improbable hipótesis, la energía acumulada por el movimiento del aire, la carga electrostática del papel o, tal vez, alguna otra causa trivial hizo que de entre dos de los innumerables libros de la estancia se precipitase al vacío un simple, irrisorio, trozo de papel.

  Cuando había dejado de odiar la casa, cuando no generaba ya dolor ni agonía, sus padres y él mismo sintieron por igual una indiferencia, casi un frío, que les arrebató por completo la esquiva sensación de hogar. Lo obvio se hizo inevitable y pusieron, como no habían hecho en años, todo su esfuerzo conjunto por acelerar la mudanza a un piso céntrico.
  Llegaron al acuerdo tácito de no tirar ni destruir ninguno de los objetos de su hermana, que al fin y al cabo no eran demasiados. Todos los libros los guardó él en su dormitorio, por ejemplo, aunque los trataba más como préstamos que como de su propiedad. Toda la estructura de su propio cuarto había cambiado, su nuevo hogar tenía los mismos objetos que el anterior pero a la vez se trataba de un espacio por completo diferente. Algo en que había reparado era que, curiosamente, lo que unía mejor la historia de los dos hogares era una serie de detalles y pequeños objetos, entre los que destacaban la alta figura de ébano que seguía dando la bienvenida a los invitados desde el hueco entre el zapatero y la puerta de entrada y, por supuesto, la lista de la Biblioteca Prohibida.
  La colección de libros de su hermana no era demasiado grande ni gloriosa, pero sí destacaba por su riqueza y valor culto; libros que no se encontraban en cualquier librería de a la vuelta de la esquina y de los que no abunda la información en Internet, aparte de alguna breve reseña que circula de un lado a otro. Una hoja, arrancada de un bloc de notas amarillo, recogía los títulos de las obras, los nombres de sus autores y la fecha exacta en que el volumen ingresó en el Archivo. Con letra enjuta y abigarrada, las líneas se amontonaban unas encima de otras hasta casi el final del folio, donde unas últimas líneas casi garabateadas se perdían en los límites del papel: ‘The oldest and strongest emotion of mankind is fear, and the oldest and strongest kind of fear…’.
  Después estaban los tesoros, los objetos que no veían la luz y que, por tanto, seguían su lento camino de desgaste bajo la protección de la penumbra de un cajón o una caja de zapatos; todas las joyas, pinceles, bocetos y poemas tenían asignados un rincón en que acumular recuerdos y ese tipo de sabiduría que se puede casi saborear en los objetos sobre los que pesan tantas emociones. Todo había sido organizado, examinado de antemano con detenimiento exhaustivo, ceremonial; los poemas, leídos, las libretas, apiladas, los utensilios, clasificados. Pero los diarios, no habían sido abiertos siquiera hasta ese día cualquiera, ese año cualquiera en que él superó el rechazo moral que se lo impedía.

  Primero le invadió la añoranza, con la alevosía de un río anegando una llanura. Después la necesidad de terminar de leer hasta la última palabra, hasta la última reflexión, esperanza, temor y ocurrencia ingeniosa. Cada idea que extraía de los diarios reverberaba contra la idea que de su hermana tenía, que había estado conservando como en ámbar todos esos años, cambiándola totalmente. Sus inquietudes, sus paranoias y sus sueños eran, además de secretos para él, propios de una mujer de mucha más edad y desde luego más bagaje intelectual que ella. Había estado adorándola por su madurez y sensatez aun cuando, de puertas para adentro, resultaba ser infinitamente más metódica, estable y emocionalmente brillante de lo que jamás la había imaginado capaz de ser.
  Seguía con este análisis pausado, conductista, hasta que se encontró de frente con la materialización de una idea sencilla que de repente se le hizo aterradora, un diario de sueños. Dejó de leer los diarios durante varios días, cuando se volvió a convencer, esta vez con redobladas fuerzas, a retomar la tarea; llevaba ya leídos cinco de siete diarios, precisamente, algo de lo que se dio cuenta más tarde, el punto en que se encontraba estaba fechado coincidentemente con la fecha que los psiquiatras indujeron para la aparición de la enfermedad.
  Simplemente, sencillamente, la imagen de su hermana arrojándose al vacío, arrastrada hacia él por sabe Dios qué tipo de negras fantasías, hacía que las manos le temblasen al rozar la aterciopelada tapa del sexto diario.

  Definitivamente, tengo que abandonar este arcaico modo de escribir diarios. La vida real me es conocida hasta el hastío, hasta el aborrecimiento. Con todo cuanto sea capaz de recordar me basto y me sobro. Sin embargo no sucede lo mismo con los sueños. Son tan vívidos como la vida (o más…) y aun así perdemos su recuerdo como agua que se escapa entre los dedos. Escribiré a partir de este día, en cuanto despierte, todo cuanto pueda exprimir, cada fragmento, cada sensación que me vea capaz de extraer de estas esquivas joyas…
  […]
  Estaba en casa, pero no era mi casa, quiero decir, ¡todo era distinto! Pero sabía que era mi hogar. Había gente de caras desconocidas, pero algo en mi interior veía en estas personas a mi hermano, a papá, mamá, Lucía, Ana, Luis… ¿Qué pasaba en el sueño? No lo sé, pero puedo recordar que todos reíamos y hablábamos.
  […]
  Había un campo de tulipanes, tulipanes que parecían amarillos o rojos, como olas. Creo que iba sola, pero por supuesto ese algo de mi inconsciente dice que no…
  […]
  He probado la inducción del sueño lúcido. Para qué explicar aquí cómo se hace… No quiero repetirlo jamás. Me he sentido más desconcertada y perdida que en ningún momento de mi vida. Cuando abrí los ojos, todo seguía igual, seguía en la misma posición, sobre la cama, pero la persiana estaba subida y toda la casa estaba inundada de luz… Conforme andaba por ella todo se fue volviendo opresivo, como si el aire se espesase a mi alrededor. Me costaba respirar. No había nadie en casa, pero eso no ha impedido que sienta, que sepa, que ha habido alguien merodeando. Me he sentido muy desorientada.
  […]
  Las sensaciones han sido maravillosas, al principio. Éste sí que ha sido un sueño lúcido. Para bien o para mal. Después… Bueno, no es la primera vez que las siento, pero esta vez ha sido peor. Desde cada rincón oscuro de la casa, las miradas me han acuchillado con esas pupilas de ascuas…
  […]
  Ojalá esto hubiese sido un sueño. Escribo esto cerca de dos días después del ‘sueño’. Por la tarde empezó a subirme la fiebre hasta que, junto con el dolor de cabeza, me obligué a acostarme temprano. Siguió subiéndome y subiéndome la fiebre, creo, porque me conviene creer que es esto lo que ha causado que lo viera. Desde el rincón que hay junto a la cómoda me han llegado inconstantes sonidos. Crujidos, chasquidos tal vez, gemidos. Como si hubiese una enorme y asquerosa rata royendo las esquinas de un mueble. Ni se me ocurrió encender la luz. Bajo la oscuridad total, me limité a contemplar la negrura hasta que aparecieron los ojos de nuevo, acompañados del ruido de un enjambre de termitas. Una gárgara terrible que se acercaba a mi cama conforme las pupilas rojas se encendían con más fuerza, se aproximaban y finalmente se congelaban a alrededor de un metro de mis ojos. El sonido de algo pesado y viscoso cayendo al suelo me provocó unas náuseas que al instante me hicieron perder el conocimiento, creo, porque no recuerdo nada más. No le he contado esto a nadie. ¿Alguien más tiene este tipo de sueños? Me gustaría saberlo. Me gustaría creer que sí. Tengo que creer que sí, que es normal. Supongo que sí.
  […]
  Siento llevar tanto tiempo sin escribir aquí. Eso no significa que no haya tenido sueños… al contrario, más bien. Tantos que siento estar perdiendo el control. En una misma noche he llegado a despertarme cuatro veces, bañada en sudor, para volver a repetir una y otra vez cientos de variaciones de la misma macabra pesadilla, siempre las miradas, siempre los ojos acusadores... El insomnio ayuda. Ahora que duermo tan poco, los sueños se vuelven menos agresivos pero más frecuentes. El aire huele raro.
  […]
  Creo estar más cerca de identificarlo. Siempre está ahí, siempre puedo olerle, aunque no siempre verle directamente pero sí sus huellas. Parece que no le gustan los otros, siempre que hay alguien cerca los susurros cesan. ¿Qué? No lo sé, aún…
  […]
  La voz o las voces o lo que fueran se acerca un poco más, tantea mis sentidos y cuando se sienten seguros de que no hay nadie cerca de que estamos solos. Sabe a noche. Las quemaduras que deja por todo el suelo son reales? Sigue sigue sigue susurrando, ¡nunca escucha! Tal vez no quiere irse, no quiere oírme, tal vez no puede.
  […]
  Siempre es noche. Algunos de por aquí dicen que no que el sol brilla que estamos en verano es mentira mentira. Ellos y yo sabemos que siempre es de noche que el sol brilla pero es noche porque no hay luz. ¡AH! Ya puedo entender lo que dice, carraspea y susurra siempre aunque no este sola siempre. Yo meneo la cabeza y le digo que no, sabes que le digo que no, verdad? Sabes que le digo que no puede hacerlo pero el insiste y dice que puede y lo hara y lo esta haciendo ya pero no es verdad, VERDAD QUE NO? Nunca podra cruzar la puerta nosotros se lo impideremos le digo pero entonces sonrie y dice que ya lo esta haciendo
  […]
  El hace que me duelan los ojos por que? Que pare pero me dice que no quiere. ¿Por que nos odia tanto? Creia que hacemos cosas que no les gusta pero ahora se que no que lo que somos es lo que odian eso es lo que odian lo que somos? No, lo que odian es que somos porque ellos no son. Pero es mentira porque ellos ya son! Por que son tantas mentiras.
  […]
  Soy feliz¡ ahora podre ayudarl no ser enfadado asi que ya no estará enfadado porque yo le ayudo y el dejara de daño solo tengo que, es fácil¡ ya no duelen ojos, gracias¡ ahora se que noson falta¡ por que ahora vemos los dos lo que vemos los dos falta poco y noche sabre a mi rededor y SOY MUY FELIZ¡
  […]
  He podido impedirlo por muy poco, seas quien seas tú el que lea esto tienes que saberlo. He parado lo imparable porque la curiosidad me ha salvado. ¡Bendita ignorancia! O saberlo todo o ignorarlo todo, ¡ningún punto intermedio! Sólo ruina… Por curiosidad, pensé, qué serán esas estrellas en mitad de la noche y he arrancado, a ciegas, los ojos malditos de la criatura blasfema que me ha obligado a deshacerme de mis propios ojos. Ha desaparecido, por el momento al menos, dejándome ciega, inutilizada, escribiendo estas palabras en mitad de la noche más profunda. Puedo, también, cobrar ahora la fuerza necesaria para hacer lo que hay que hacer.
  Por el acto puro de la curiosidad, siendo lo que creo que es una esclava absoluta de su voluntad no he podido resistir tocar esos ojos… Ahora, pienso, no le he herido porque sus ojos sean sensibles o se los haya arrancado realmente (aún me duelen las manos, ¡parecían leños ardiendo!, pero o los he perdido por el suelo o han desaparecido como la bruma antes de caer, igual que él, creo). Tienen razón los que creían que no hay forma de miedo más antigua y poderosa que el miedo a lo desconocido. Pues bien, tocándole y atreviendo mis manos en la profundidad de su negro poder, ¡he estado más cerca de conocerle en su esencia de lo que nadie lo ha estado jamás! Tal vez pierda todo su poder a través de nuestro conocimiento de su existencia. O tal vez nada de esto tenga sentido y tan sólo esté recuperándose del sobresalto y esté aquí, respirando sobre mí, esperando el momento oportuno para penetrar en este plano con toda el estruendo de su poder… No puedo permitirlo. Si realmente soy su único conducto hasta aquí, como todo parece indicar, sólo queda una solución.
  No he dedicado una sola palabra a quienquiera que pudiera estar leyendo esto hasta ahora. Y ahora no sé qué decir. ¡Temed! El temor os protegerá de saber demasiado. ¿Pero es recomendable permanecer indefenso ante sus recursos? ¿O el conocimiento sólo os acercará más a ellos? No lo sé. Entonces, tomad al menos este consejo. ¡Conoced el miedo! Parece que forma una parte más grande e importante de nosotros que todo lo que podamos ser capaces de aprender y conocer en toda la vida…

  Más allá de un estéril universo de estrellas carbonizadas, allende las áridas superficies que entrechocan en el espacio, en el seno de una oscuridad sin nombre e insondable, yace la sangrante bestia eternamente herida, extendiendo sus tentáculos por incontables dimensiones y vomitando roncos bramidos de ira agonizante. Hija del Caos, padre de la Muerte, madre de toda forma de dolor, tal vez, El Ardiente se retuerce sobre sí mismo como un aro de acero al rojo vivo inmerso en la profundidad de una llanura abisal. Puede allí encontrarse, orbitándole como una mota de polvo orbitaría la tierra, un insignificante fragmento de papel y pueden en éste entreverse, pese al inefable paso del tiempo, las palabras ‘…is fear of the unknown’.

Comentarios

  1. Ha quedado genial. Me has recordado mi época de ver miradas en la oscuridad. Puto pánico que pasaba.
    Has conseguido que me estremezca.

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  2. Yo: deñorr?
    Alejandro: ué, lo he leido y es la hostia
    PRRRRR
    Yo:
    pero no lo has comentado, cacho perro
    en fin
    Alejandro: Yo no comento
    Yo: para tú, señor
    Alejandro: parece mentira
    Yo: ENTONCES NO SE SI LO HE LEIDO
    Alejandro: Yo te lo digo, para que te recrees
    Un comentario está bien
    porque entras y ves, oh, me han comentado
    pero baaaah
    pero una buena conversación
    a la luz tenue de una pantalla de ordenador
    en la que yo te coma lo que viene siendo todo el culo, diciendote lo increibilisisisimo que eres
    eso no tiene precio hombre
    Yo: jajjajajaja

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  3. Tarde... pero al fin comento :)

    Impresionante, rafa. Tiene unos aires a Poe muy marcados, y la parte final... es muy muy bueno, tío.
    Sabes que admiro? que seas capaz de escribir estas cosas sin que te consuman. A mí me comerían por dentro, me creería la protagonista y no podría dormir xD

    un abrazo :)

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