... , and, and, and, ...

  Falta el aire, también. Pero no vienes de Maratón. Acabas de regresar del interior de la Tierra, de la más recóndita región de la mente humana. No has comenzado aún a saborear los primeros rayos de luz del alba que reina por siempre más allá y ya te sientes inundado de una energía incontrolable, incombustible, salvaje. Un ritmo, una pulsación, que ensordece la de la decrepitud y el caos. Estos son eternos, inevitables e irrevocables, la vida, no. Pero mientras ésta brilla, brilla con toda la fuerza que la ira, el placer, el dolor, la alegría y la amargura le proporcionan. Arde, incandescente, como la llama eterna que pervive por encima de todo humus, de toda decadencia y toda ceniza.
  El principio mismo del cambio.
  Y este fuego sabe mucho de los secretos de los gusanos, pero poco o nada saben estos del infinito júbilo de un orgasmo cósmico, de un abrazo inesperado, de un roce anhelado, del dolor de un último beso, del frío de la ausencia, de la amarga impotencia de la pérdida.
  Ëa! Que sea, desde las cenizas. Y de las cenizas, con los ojos llenos de fuego, hemos de alzarnos una y otra vez. Que sea, desde la penumbra, desde el caos, desde el dolor.

  Y lo más importante. Que la sombra del abismo imposible de la pérdida no nos impida ver el destello. El destello de la recuperación, del encuentro. La sorpresa, ¿no la oléis? Ya casi puedo olerla ya. Su aroma se mezcla con el humo negro satén de los tóxicos odio, recuedo, reproche y pérdida. Pero, ah, la sorpresa, rige sobre muchas cosas en nuestras mentes, sobre muchas cosas...

  Y de nuevo esa sensación, la poderosa crecida de un río henchido por un millar de millones de vasos colmados. La sensación de inminencia, como cuando estás a punto de tener un orgasmo. El mismo sentimiento de inminente colapso, de masa crítica...
  Ya no me puedo permitir el lujo de seguir esperando. Ya no puedo seguir siendo este receptor universal. No sé si soy un orgasmo cósmico andante, pero sí sé que la lluvia te moja más cuanto más rápido vayas. Me alienta saber eso.
  A correr viento en contra, se ha dicho, pequeños.

Comentarios

  1. ¡A correr siempre en contra!

    "Y de las cenizas, con los ojos llenos de fuego, hemos de alzarnos una y otra vez."

    :D

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