Canto de Prometeo [Secunda] - XVIII

    Los años se habían acumulado exactamente de la misma forma en que se acumulaban los meses, los días y las horas. Para él no existía diferencia. En realidad, sí existía una diferencia clara entre las diferentes horas del día, pues este era el marco en que trabajaba su rutina, en que sus costumbres regulaban su existencia. Por lo demás, todos los días eran semejantes entre sí. El número de años pasados desde el comienzo no significaba nada para él, un número, nada más. Acabó aceptando que ese número era tan inútil, en realidad, como los resultados y datos que estaba aportando últimamente. Tan acertados, tan magníficos, tan significantes y tan vacuos. La aplicación práctica estaba cada día más cercana, así se lo hizo creer a Luis el día en que, por sorpresa, éste le confesó que había conformado un grupo independiente de expertos que comenzarían el desarrollo de un prototipo para finales de año.
    En efecto, no había empezado a esbozarse el artefacto cuando encontró un verdadero tope en el desarrollo de los fundamentos teóricos. A partir de ese punto, sólo quedaban miles y miles de horas de optimización de centenares de factores y parámetros. Sin perder un solo segundo en considerar la idea, le comunicó a Luis que estaría fuera hasta que el prototipo estuviera listo.

    -Sí, me preocupaba especialmente la retroalimentación. ¿Seguro que está bien?
    -Completamente. O bueno, eso me dicen. Me fiaré de ellos, ¿no? -replicó la voz distorsionada de Luis a través del auricular del móvil-. Me ha costado mucho, realmente mucho, convencer a ciertas personas de que tú llevarías a tu cargo, en exclusiva, el trabajo de testear la máquina y probar si cumple con todos los requisitos y...
    -Sí, sí, sí, muchas gracias. De verdad que no sé cómo... -comenzó a decir él. Se tapó la boca para evitar que el acceso de tos llegara al otro lado de la línea-. Cómo agradecértelo.
    -Sí, bueno. Mira, tengo mucha prisa. El caso es que tienes que cogerlo tú mismo. Prefieren que caiga toda la responsabilidad sobre ti, desde el laboratorio hasta tu casa.
    -Qué agradable.
    Cuando colgó se sentía como si hubiese hablado durante horas. Apenas unos minutos, en realidad. Tal vez fuese la emoción, no lo sabía. Fue a tomar un vaso de agua antes de salir de la habitación para comunicar su salida del hotel en menos de veinticuatro horas. Sólo cuando volvió al baño advirtió las pequeñas manchas de sangre en la superficie del cristal. La misma sangre que le miraba desde las perlas escarlatas de su mano.

Comentarios

  1. Permíteme una primera crítica constructiva: las primeras seis líneas, hasta "nada más.", me parecen demasiado redundantes. Das demasiadas vueltas a una idea que podrías expresar en un frase.

    y el resto... ¡¡sigue escribiendo, por chtulu!!

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