Nostalgia

nostalgia.

(Del gr. νόστος, regreso, y -algia).
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.


Esta entrada, abiertamente, la dedico a mis padres, que me iniciaron en los viajes a medianoche por el palacio de la memoria; a Marina, que con sus manos y sus ojos ha construído y destruido tantas partes de mí mismo; a Lina, sin cuya inteligencia y sentimientos no podría haber dado ni un solo paso hacia la persona que soy; a Guille, que imbuye de la más sentida elegancia a cada palabra y acción; a Elvira, cuyo idealismo y pureza representan en sí el núcleo de mis esperanzas; a Álex y su consciente devanar de las cosas internas y externas y toda el profundo análisis pragmático y toda la insondable sensibilidad tan bien escondida; a Rebeca, con su sincero afecto y su entrega; a Lorena y su sinapsis contínua y tanteante; a Iñaki y la vida con que inunda a los que rodean; a Jonamón y su capacidad de llegar a lo más hondo de cada uno y arrancarte la más sincera de las sonrisas y la más brillante de las lágrimas de felicidad; a Jonathan y su meditabundo devenir consciente; a Dante y su sonrisa apática, su cinismo descarado, su vagar entre las sombras del nihilismo y la luminosidad de la euforia. Y, por supuesto, a muchos más de los que puedo citar. No olvido a Jaime, a Mario, a Stefi, a todos mis familiares sin excepción y, como digo, más de los que me atrevo a citar.

Especial mención para los integrantes de la Escuela de Bohemia (presentes y futuros), porque me han hecho revivir los miembros y me han hecho encontrarme conmigo mismo como jamás he podido soñar con hacer.

Verás, estos últimos días he aprendido mucho, muchísimo. Sobre mí, sobre Marina, sobre otras personas... He rascado con un alfiler la cáscara de un huevo y me he encontrado casi incapaz de asimilar toda la información que he descubierto, podría decir. Y aquí estoy, escribiendo esto, porque todo lo que he aprendido me ha puesto de frente, de nuevo, a las puertas del palacio de la memoria. Me he adentrado en él y he redescubierto recuerdos que han abierto heridas en mí y que me han llevado del placer y la agonía. Pero no me toméis en serio. Todos estos devaneos solo tienen efecto sobre una parte de mí muy profunda, semioculta. El cómo me vaya el día no se ve afectado por cómo recorro estos recuerdos pero, a largo plazo, estos recuerdos y los sentimientos asociados se van sumando a la caótica masa a la que se hacía referencia cuando alguien afirmó "Yo soy yo y mis circunstancias".
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Este recuerdo tiene un olor característico, único. Luz amarilla que se incrusta en el gotelé y el zapatero y el mármol de las escaleras. Soñoliento, me restriego los ojos y cierro las maletas. Nos vamos de viaje. Siempre la misma sensación. Ya desayunaremos por el camino. Papá abre la puerta de la cochera. Suena distinto estas mañanas. Bajamos todo al coche. Todas las luces apagadas, todas las ventanas cerradas, todas las persianas bajadas. Apenas ha amanecido. Me duermo quizás incluso antes de que salga el sol. No importa, porque la sensación ya está incrustada, alguien ha practicado Origen en mi cerebro y, cuando Elisa me confirma la situación y ya comienzo a explorar el árbol de consecuencias, lo primero que echo en falta es esa sensación. En mi interior, me duele el saber que jamás se volverá a repetir. No volverán a salir las mismas cuatro personas de esas calles grises, al amparo del cielo oscuro, con destino incierto. Lloro, por supuesto, pero porque mi hermana llora.

Nueve del nueve del cero siete. 9/9/07, noveno día, domingo, del noveno mes, septiembre, del duomilésimo séptimo año después de Cristo según el Calendario Gregoriano. Inicio del fin, fin del inicio, qué importa:
Lenta, suavemente, cae la tarde, como cae el verano, difuminándose como a través de una cortina de lino. Entramos en la tetería, Al Amir, creo que se llama, en la zona de San Ildefonso; no os dejéis confundir por la de arriba, no, la de abajo siempre será mejor. Ella, según parece, no sabe nada, eso lo averigüé después. Me descubro rodeado de sombras, teñidas a penas del firme y levísimo amarillo bajo cuya penumbra aprendo a distinguir los rasgos de Marina. Su pelo, sus ojos, sus mejillas. Su piel no tiene aquí color, sino textura. Su camisa azul tiene la textura del viento duro de la tarde, sí, joder, creedme. Y comienza todo. Es una sensación que percibí en el momento, un orgasmo cósmico, solo eso y nada más. Pero lo fue todo. No me tembló el pulso cuando me confesé, simplemente, me tembló todo el universo sobre mi cabeza y bajo mis pies. "Pues, creo, que yo también te quiero". Agacha la cabeza. Nos abrazamos y la oscuridad de su pelo inunda todo y me abraza. Siento su respiración en mi hombro y sobre mi pecho: el Mar. Tardé mucho en descubrir qué significaba para mí el Mar. Tanto más tiempo en descubrir qué significa su habitante incierto, persempre Marina.

Lluvia errática. Este tipo de lluvia de la que podemos decir que, llueva o no llueva, en todo momento del día la sensación es la misma, el mismo frío desatado, la misma humedad cruel, el mismo cielo cambiante y oscuro. Ocultos bajo el pequeño techado, a poco más de un metro del suelo, de la endeble estructura de un parque infantil, en el parque de la decadencia, de la concordia o de la victoria. En este recuerdo, a veces Dante está, a veces no está. Pero Marina y yo siempre estamos, por supuesto. Brazos que dan calor inexistente a través de varias capas de ropa o ninguna. Calentones que duran lo que tardamos en recordar el frío y las miradas. Risas y conversaciones que se extienden como la noche y temores y dudas y esperanzas. Todo tan incierto, todo tan claro. Pero ciñámonos al recuerdo. Es también muy amarillo, mucho más gris, muy frío y húmedo, como el siguiente, supongo.

Penosa ascensión por el Paseo de la Estación, a través del viento y las hojas y el frío implacable. Recuerdo muy sencillo. Tan solo, la ilusión de la compenetración y la suma elegancia de las enormes hojas marrones...

Un corset negro, de PVC. Perfecto, te queda perfecto. Hecho, comprado. Tal vez un poco grande, bah, es lo de menos. Y bueno, ahí empieza una extraña vertiente, un cúmulo de recuerdos que es un racimo de sensaciones. Lo podría resumir en una palabra: corset. Pero hay otras, como gótico. Describir los recuerdos vagos que tengo respecto a esto sería citar elementos de una interminable lista de situaciones relacionadas con diferentes canciones, imágenes, personas como Violeta o Hada, películas, libros... Demasiado para abarcarlo todo, pero sabed que todo esto supone para mí un solo recuerdo, difuso, sí, pero con la fuerza del más nítido y claro.

La noche del Rol. ¿Cuándo fue, Elvira? No llevo el cómputo tan bien como tú. Pero fue, desde luego que sí. Un reloj, un idolillo de madera que desde entonces no me he quitado, una capa magnífica, unos pantalones "cagaos", una camiseta negra y una sudadera marrón para cubrir la mochila. Y, por supuesto, el astrolabio y el grimorio ("De Umbrarum Dei Annales") y ya está, todo un nigromante, Amadeus. Tristán era, para entonces, un magnífico guerrero inmortal, que cayó en la desgracia durante la Guerra Civil Republicano-Nacionalista Española. Níniel era una furcia élfica que decidió que estábamos mejor bajo sus órdenes que prodigando el mal. Lilium... nunca tuve clara su historia. Y estaba Clepsidra, con su corsé negro y su falda negra plisada y sus manguitos de rayas blancas y negras y su maquillaje genial. Y no fue una noche cualquiera, ni una noche inolvidable. Los abrazos de Heredia, de Jonathan, el sabor del ramen, los ruidos de la noche, la oscuridad, las velas... Fue, sencillamente, mucho más que una gran noche.

Ahora llegan los pequeños orgasmos cósmicos, los destellos de la noche... El palacio inmenso, dejado en manos de la decrepitud y el polvo, el café humeante en un rincón solitario mientras la ciudad lucha por despertar ahí afuera, la piel blanca y el pelo negro y lacio, los labios rojos, los "os quiero, en serio, sois geniales, os quiero a todos...", la sonrisa meditabunda esbozada por un muchacho sentado en la otra punta de la estancia mientras sus familiares ríen y beben y charlan. Joder, la agonía infinita de todos estos momentos me supone una fuente tal de felicidad que, de por sí, me impulsan a vivir con una fuerza descomunal. He de seguir buscando estos momentos, he de seguir aprovechándolos, recolectándolos y alimentándome de su fuerza hasta perder la capacidad de recordar o de disfrutar nuevas circunstancias.

Con todos estos momentos, estos fragmentos de memoria dolorosa, de nostalgia, con todos los recuerdos que no me duelen porque aún, AÚN no he perdido a sus fuentes... y, sobre todo, con todas las personas y objetos y lugares capaces de hacerme revivir a cada momento esos torrentes de felicidad y energía, estoy construyendo algo inmenso, algo ínfimo. Me estoy construyendo a mí mismo y ahora todos vosotros sois parte de mí, para bien y para mal, para provocarme felicidad y pesar por igual, para hacerme sentir vivo. Mientras siga sintiendo esta nostalgia, de otro lado me llegará la firme felicidad que viene, sencillamente, de sentiros a todos tan cerca de mí, tanto en la realidad como en mi interior.

Comentarios

  1. Jeje de esto ya habíamos hablado

    1. Me gusta lo que sigue después de decir por primera vez mi nombre ^^.

    2.Hace casi exáctamente un año, si, soy una cuenta meses maldita pero depende de los momentos.

    3.Era una hechicera violada de pequeña por muchos malvados. Los destrozaba con la mente ya que tenía unos poderes psíquicos que posteriormente entrenaría con un hechicero, una especie de Elfen Lied xDDD

    Yp Yp YYP

    Es especial que sientas de esa manera la nostalgia, desde mi experiencia, tras caerme tropecientas millones de veces, en una de ellas aprendí a no lamentarme con los momentos que (tal vez) no volvería a presenciar, de hecho conseguí apartar a esa gente en un rincón de mi mente para que el dolor fuese menos intenso y tal vez por ello hoy tengo esa facilidad de pasar página. Es como un mecanismo de defensa raro.
    (Excepto con el caso de mi padre, en el cual soy bastante masoquista debido a esa enorme idealización)

    Por supuesto soy consciente de que esa nostalgia, esos recuerdos nos forman como personas, esos "Orgasmos Cósmicos". Pero para mi la vida es cíclica, cambiante contínuamente y por ello considero importante la facilidad de asumir una pérdida de uno de esos orgasmos.

    A veces echo de menos echar de menos intensamente.
    Pero una cosa te digo, echa de menos, sé nostalgico, pero no te automutiles.

    Te quiero Rafa.

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  2. Ya sabes cuál es el comentario que iba a dejarte anoche, si el servidor no hubiera decidido que el Service estaba Unavailable.

    Y ahora... no puedo pensar en nada demasiado chichoso, ya que sé que ayer fue un día especial para tí. Confío en tí, y sé que los orgasmos cósmicos son para tí mucho más fuertes que la nostalgia. Ten en cuenta que el concepto de orgasmo cósmico fue "creado" después de tu catarsis, así que quizá no debas aplicarlo con carácter retroactivo, me entiendes?

    Eres genial, tío.

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  3. Precisamente, señorina, los conceptos de Momentum y de Orgasmo Cósmico son diferentes...

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  4. Me gusta verte. Siempre me ha gustado verte, hablar contigo, conversar de nada y de todo, y empezar a frikear y arrastraste hasta la otra punta de la habitación con mi puño mientras te refuerces intentando moverme jajajaja... que bobo eres y que sonrisas me sacas... eres único Rafael, querido mío.

    Ahora que te veo renovado, la versión de Rafa 2.0 que ya no es una BETA me encanta.. me encantas... este año nos esperan tantas cosas juntos que me retuerzo en mí misma de turbatez solo de pensarlo.

    Gracias por dejarme poner n ladrillito más en ese magnífico y catómbico edificio que da forma a la suya persona.

    Te quiero, maldito furcio lesbo nigromántico ^^

    PD: URRARUM :3

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  5. Por fin tengo internet.

    Bien señorr, le comento. Últimamente tengo todo este tema de la nostalgia, de los recuerdos, muy, muy presente.

    Una persona conoce a otra persona, pasan unos cuantos momentos geniales como amigos y por cosas del destino no vuelven a ver, o a coincidir en situaciones parecidas. La gente por lo general siente pena porque esos momentos no vayan a repetirse. Yo soy partidario de darle un poco a la vuelta a la situación.

    Como bien sabe, allá por 1º de Bachiller, Mario y yo éramos inseparables. Pasamos un año sin parar de reir, y le aseguro que todo eso quedará para siempre grabado en mi memoria, y en la Enferm Note. Ahora bien, ese año, momentos la mitad de orgásmicos que esos, me es imposible tenerlos ahora cuando lo veo. A cada uno la vida nos ha llevado a distintos lugares. Sin embargo, si bien en un primer momento me entristeció mucho, luego pensé que realmente lo bueno es que esos momentos hubieran pasado. Y eso me alegra señorr, me alegra haber vivido para eso, y lo mejor es que sé que aunque no tenga más momentos así con esa persona, lo tendré con otras, en otro sentido, pero los tendré.

    Como dice Elvira, la nostalgia, echar de menos, es bueno, y da valor a nuestros recuerdos, pero nunca debe mutilarnos. Siempre podemos recordar los viejos tiempos, incluso echar una lágrima, pero después mostrar una sonrisa placentera, porque estuvimos allí.

    Los momentos siempre llegan. Porque cuando estaba en Economía con Mario, a primera hora, casi dormido, no tenía ni idea de la felicidad que podría encontrar cuando llegara Elvira. En eso coincido también con Elvira. Los orgasmos vienen y se van, y tendremos siempre, con distintas personas, distintas situaciones, pero no debemos aferrarnos a sus recuerdos.

    Sanon Signoro

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