Canto de Prometeo - I

    Cuando vio desaparecer la carrocería plateada en la curva, se volvió. Viernes trece. No significa nada, se dijo. Permaneció varios segundos, atónito, sin terminar de creerse su situación. Meneó la cabeza y entró en la residencia, utilizando por primera vez la llave que le habían dado hacía apenas un cuarto de hora. De vuelta en su habitación, siguió ordenando y desempacando cachivaches, organizándolos en orden de utilidad y tamaño, hasta que, hastiado, se echó en la cama.
    Al tirarse a la cama, una ordenada pila de folios que había puesto en un extremo calló al suelo, desparramándose. Empezaba a recogerlos cuando llamaron a la puerta con contundencia y no había terminado de levantarse cuando unas voces se alejaron, por el pasillo. Cuando se asomó ya se habían ido. Desde otros pasillos, oía las mismas vivas voces y más llamadas a otras puertas. Dos muchachos se habían asomado también. Los saludó. Uno de ellos, de total aspecto de extranjero y el otro proveniente de su misma tierra. Le cayeron bien nada más cruzar varias frases.
    Al volver a su habitación hizo caso omiso del desorden y de las sábanas dobladas en un rincón, se tumbó y no se molestó en apagar la luz antes de cerrar los ojos.

Comentarios

  1. fantasticoso :)

    he tenido un deja-vu, yo viví algo bastante parecido xD sólo que a mí me arrastraron a las novatadas, y tu tuviste suerte :D

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