Canto de Prometeo [Secunda] - XII

    No tendrían tiempo. Miró de nuevo al sol poniente, el ocaso resplandeciente marcaba el principio del fin. Desde el horizonte, nubes que parecían inmensas lenguas de fuego rasgaban el cielo púrpura. Una ciudad en ruinas se incrustaba en las grietas de la llanura. Ciudadelas negras de roca y metal De las  ruinosas torres se alzaron en vuelo miles de criaturas impías y sangrientas, lanzando sus gorjeos y chillidos.
    -¡Por las barbas de mi madre! -profirió Maelstrom a la vez que sacaba el hacha.
    Las flechas comenzaron a silbar y el tinte azul del aire señalaba que los hechizos ya estaban cargados. Frente al grupo, en nigromante se retorcía de placer y lanzaba sus gélidas y terroríficas carcajadas.
    Cayó el sol y la oscuridad los envolvió.

    -Oh... qué genial, qué genial...
    -Te dije que no desperdiciaras el Sello de las Sombras, te lo dije. Si no lo hubieras gastado...
    -¿Pero ya está? Quiero decir, ¿no hay más?
    -...aún lo podrías haber usado contra el lugarteniente y habríamos llegado a tiempo.
    -Todo es cuestión de tiempo, no lo habéis medido bien.
    -¿Pero así termina? ¿Ya está?
    -Genial, sublime...
    -...porque estaba pensado para que lo usases contra el lugarteniente, no contra la Madre Arácnida, estaba claro...
    -Bueno, nos quedamos sin saber qué significaba la inscripción del altar. Y lo que nos dijo el tabernero de Aktún. En realidad, yo creo que se refería...
    -...ves que tiene Toque Gélido al 10, eso es un 2D20 sin contrahechizo, es bestial, pero obviamente no está hecho para utilizarlo contra la Madre...
    Riendo, se alejó lentamente del grupo. Fue a la cocina, donde cogió un vaso de agua. Le dolían las piernas por la postura, no se había dado cuenta hasta entonces. Miró por la ventana. Puntos amarillos de luz, enfermiza, vibrante, ruido lejano de motores y de música. Se volvió. Ahí estaban sus ojos, perfilados y brillantes.
    -¿Qué te ha parecido?
    -Wa, muy curioso, bizarro y curioso -sonrió ella.
    -¿Qué dicen esos enfermos?
    -Los que no se están peleando por el Sello dicen de coger los elixires y pociones y subamos al Apolo.
    Echó una ojeada a las botellas de vodka y de ron, la coca-cola, la fanta, los vasos de plástico, los bolsos, las mochilas. La miró a ella.
    -Estás... -se mordió los labios y se le acercó-. Bufff... Estás muy bien, muchacha mía.
    No intentaron evitarlo. Sólo las risas y la tos fingida los separaron.

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