Canto de Prometeo - VI

    Volvió a prestar atención a los apuntes. No lo hizo por sentirse culpable de haberlos abandonado ahí tanto tiempo, ni por la necesidad de reestudiar lo que pudiera servirle para el siguiente curso. Lo hizo impelido por el simple aburrimiento. Aunque no había agotado, con mucho, las enormes posibilidades de entretenimiento de la gran cantidad de películas que atesoraban, y de música y de libros, o el titánico reservorio de Internet, sentía que así era. Sonrió, divertido, por la expectativa de arrastrarse desesperado hacia esa extraña fuente de pasatiempos, como un drogadicto en busca de algo de inofensivo placebo.
    Al principio, los conceptos, los métodos y los lemas le parecían ajenos, como asimilados en otra época o por otra persona. Sólo poco a poco, cuando se obligó a repetir ejercicios de aquí o de allá en unos cuantos folios en blanco, pudo desempolvar sus recuerdos y todo el flujo de conocimientos fluyó de nuevo en forma de resultados coherentes, respuestas lógicas y números acertados. Pero sólo eran eso. Dados tales parámetros conocidos, queremos que nos des este o aquel parámetro desconocido. Siempre están relacionados de una forma invariable y conocida de antemano. Todos los problemas, en su conjunto, parecían repeticiones, parecían, en fin, variaciones o incluso instancias del mismo patrón universal de problema. Decidió que un buen problema a resolver sería, para empezar, hallar un buen problema a resolver.
    Animado, se puso de inmediato. Recurrió, además, a apuntes de años anteriores, para rellenar los huecos de un problema que al cabo de unos minutos apareció antes sus ojos como una bella y casi elegante afrenta a su capacidad de resolución. Mezclaba fácilmente los aspectos más rudos de la trigonometría y la física de la energía electromagnética con rasgos algo más sutiles del análisis diferencial. 
    Cuando logró resolverlo, añadió algunas dificultades más rápidamente. Incluyó en el ámbito del problema parámetros relacionados con la termodinámica y más tarde de mecánica ondulatoria. Cuando las brillantes ideas de extensiones del problema chocaron en su mente con la pobreza de sus herramientas matemáticas, paró de extender el ejercicio y volcó su interés por completo en otra asignatura. Metódicamente, repasó los fundamentos de cada materia hasta llegar a la conclusión de que ninguno de los abstractos que le enseñaban podría llevarle a resolver el galimatías que había trazado con el monstruoso problema. No importaba, ya podría resolverlo algún día.
    Durante aquellos días, dedicó probablemente varias horas en total a divagar en silencio acerca de la situación política. Aquellas reflexiones dieron su fruto en un texto en su blog que pronto se cuajó de comentarios y le hizo centrarse casi exclusivamente en los sutiles cambios en el mundo de la política, las engañosas idas y venidas de la 'economía fantasma', como dió en llamar a la economía que intentaba huir del materialismo histórico, de sus raíces en la tierra física. Por unos días, rondó sobre su cabeza la idea de que existía alguna cierta conexión, muy débil y latente conexión entre alguno de los problemas políticos que le traían de cabeza con el majestuoso problema científico, pero pronto deshechó la posibilidad con un meneo de cabeza y una sonrisa irónica. Dedicó también mucho tiempo a leer varias novelas de intriga del completo archivo de novelas que su casa mantenía. Invirtió también tiempo en ella, en la serena contemplación de la noche estrellada, que venía a ser lo mismo. Pero, sobre todo, por qué no decirlo, gastó muchísimo tiempo en no hacer absolutamente nada.

Comentarios

  1. Espero que aunque esto se pueda parecer a la realidad actual, sigas escribiendo en esta sección.
    Ya sea un futuro hipotético o verídico.

    Por un momento me has recordado a Descartes, en tu intento de juntar tu problema científico con alguno político. El bueno de Descartes... El pobre de descartes...


    Sólo digo que... DAME MÁS MIERDA neneh

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