Canto de Prometeo - V

    -¿Qué vas a hacer al final?
    -Supongo que me quedaré en la residencia.
    No tenían ninguna prisa. Apenas contaba tres coches en cualquier momento en todo su campo de visión. Su padre conducía esta vez a menor velocidad de la habitual, sereno, tranquilo. Echó una mirada atrás, a la impresionante cantidad de bultos que había estado acumulando todo el curso. Dentro de sí, tenía más seguridad, mucha más, respecto a lo que quería hacer de lo que quería que se entreviese.
    -¿Cuántos se van a un piso?
    -Oh, bastantes. Pero la mayoría se quedan.
    -Bueno, no importa. Tú estás agusto, ¿verdad?
    -Desde luego que sí -respondió con una amplia sonrisa que su padre le devolvió. Cenaron a medio camino, ya tarde, en un restaurante de carretera, un bocadillo de lomo y volvieron a la carretera.
    Cuando dejó la última bolsa en el suelo, tuvo al fin la total certeza de que era cierto lo que oyó una vez, que ahora viviría en un estado permanente de añoranza, de extrañeza "cuando estés aquí, echarás de menos a los de allí y, cuando estés allí, echarás de menos a los de aquí". Qué pensamiento tan simple, pero qué determinante resultaba. Qué crucial en el curso que estaban tomando las cosas. Qué crucial en el lento desarrollo de una vida que podría alargarse hasta los mismos confines de la desesperación y la angustia. Dejó de preocuparse y se reconfortó al concentrarse en los que le rodeaban aquellos días, en compartir su felicidad y sus experiencias con aquellos que tuviese cerca y de la forma más sencilla y sincera.
    Pero sabía que no era éste el pensamiento que le reconfortó. Volvería a verla. Eso era lo importante, lo determinante, lo crucial.

    -¿Qué rollo te traes con ella? Más que amigos, ¿no? -preguntó, directa y suavemente.
    -No me gusta demasiado definirlo. Es... es extraño. Se podría decir que somos novios, pero no tenemos ningún compromiso ni nada que romper.
    -Lo dudo. Siempre hay algo que romper.
    -No, me refiero a...
    -Ya, ya, no importa.
    De nuevo una pausa. Los últimos meses, esas pausas le ponían un poco nervioso, tal vez por toda la carga de pensamientos que llevaban, mucho mayor, a veces, que las palabras que parecían hendirse como bastos cuchillos entre silencio y silencio. Su primo pareció olvidar el tema. Hizo algún comentario acerca de la escena que apareció ante ellos en ese momento y después sólo los gritos de guerra de la película inundaron el salón.
    -Sí, si quieres etiquetarlo de alguna manera convencional, estamos saliendo.
    -Vale. ¿Y os va bien?
    -Oh, genial.
    -A pesar de...
    -¿La distancia de ahora? -un asentimiento-. No, no demasiado. Tal vez sí -dejó aquí una brevísima pausa dramática- si fuésemos otro tipo de pareja. Nah, nos llamamos de vez en cuando y seguimos hablando como los primeros días.
    -Bien, tío, me alegro.
    Con una sonrisa, siguió mirando la película.
    Nada más sacar las pizzas del horno ya estaban cortándolas y repartiéndolas en dos platos. Mientras sacaba dos vasos y los llenaba de leche, su primo le confesó que no lo acababa de entender.
    -En realidad, casi nadie lo comprende, no me sorprende.
    -Para mí eso es poner los cuernos y punto. Yo no podría estar con una persona que me ha sido infiel.
    -A ver, para mí -comenzó a la vez que se sentaba a la mesa-, es más una cuestión de confianza. Normalmente se asocia la ruptura de esa confianza a los cuernos, pero nosotros creemos que eso es arbitrario, una gilipollez, porque si hoy ella tiene ganas de liarse con alguien o tirárselo, ¿para qué reprimirlo?
    -Porque está saliendo contigo, así de simple.
    -No, no es así de simple. Podría hacerlo tranquilamente porque sabe que confío en ella.
    -¿En qué confías?
    -En que me querrá a mí. En que me amará o como quieras. Es simplemente otro tipo de confianza. Piensa que hay parejas que se rompen por los cuernos pero no se rompen por el hecho de que no se quieran, de que se repulsen o hasta se odien. Es tan hipócrita...
    -Bueno, supongo que sí lo entiendo, pero no lo comparto.
    -Cada pareja es un mundo, ¿no?
    Cuando terminaron de cenar subieron a la habitación, donde hablaron hasta ver palidecer el cielo veraniego.

    -¿Ves lo que te digo? -dijo Mariana, entre extasiada y atosigada-. A ella le aporta mucho porque ahora puede estar hablando durante horas de medicina, de los casos que ha conocido, de anécdotas...
    -No es tan importante, en realidad, son solo eso, anécdotas... -intentó responder la aludida.
    -Y a ti seguro que también te aporta mucho lo que estudias, puedes aportarlo a las conversaciones y enriquecer mucho. Y a ti también.
    -No, lo cierto es que no -dijo él con una breve risa amarga. En una breve mirada, repasó todo lo que había aprendido esos meses, estrictamente en el campo de sus estudios. Muy poco se podía salvar-. Todo es tan técnico y tan inútil.
    Después la conversación derivó en la materia que sí que podría aportar buen material, las asignaturas de sociología, de filosofía. De ahí la conversación fue fluyendo hasta perder lentamente toda solución de continuidad. Pero, en su cabeza, había comenzado a germinar una idea.
    Aprovechó la vehemencia de su madre por que quitara de en medio aquellos bultos para sacar todos los apuntes que había ido tomando todos esos meses. Dejó la pila sobre la mesa y comenzó apenas a hojear los primeros folios de una asignatura al azar. Nada interesante, nada relevante, nada reseñable. Aquí y allá, recuadros pulcramente delineados señalaban ideas, conceptos y fórmulas importantes. Se iba a sentar para revisarlos con mayor comodidad cuando sonó el teléfono en el otro lado de la casa. Dejó los papeles en el mismo estado en que permanecerían varias semanas más. El aparato la resucitó con toda su fuerza y toda su vida. Con alegría, su voz aterciopelada e incluso algo grave le saludó desde el otro lado de la línea.

Comentarios

  1. OH como has podido ponerme Mariana? xDD ya te vale!

    (es bromita ^^)

    Me encanta, me encantaría en algún momento de mi vida definir mi relación sentimental de esa forma.
    Sinceramente es una utopía, tal vez la más grande de todas, y sobre todo para mi, que me cuelgo intensamente.

    Pero la vida es larga, o si no, me conformo con leerlo y soñar. (Que no es que no me guste mi relación actual, para el señor Guillermo, si está leyendo esto xD)

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  2. Me ha encantado señor. Esa forma de reducir al absurdo lo que se entiende hoy día por "relación de pareja". Es sublime señor, ojalá algún día toda esta sociedad lo vea tan claro como usted (nosotros).

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  3. Nunca entenderé porqué se tiene más miedo a que la persona te abandone si se besa o se acuesta con otra persona que hablando dos horas sobre un tema en que estén de acuerdo. Yo no puedo enamorarme dando un beso, ni abrazand, ni por otros medios físicos. Yo tengo que hablar, que sentirme compenetrado con esa persona, vivir momentos destacables. El amor no surge del sexo por "generación espontánea".

    Salut!

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